La mantequilla confitada es un básico de la pastelería, es el relleno de las pastas de té, también es la crema con la que se untan infinidad de pasteles para conseguir que no se seque y que queden jugosos por días. Esta preelaboración, no se pone mala, ya que está saturada de grasas y de azúcares (lugares inhóspitos para bacterias).
Ingredientes:
Para la mantequilla:
También necesitaras:
- 200 gr de mantequilla
- 100 gr de azúcar
- 10 gr de glucosa liquida (opcional)
- 1 cucharadita de zumo de limón
- Agua
- 1 cazuela pequeña
- 1 varilla
- 1 bol (no de cristal)
- 1 termómetro
Elaboración:
1- Pon los 100 gr de azúcar en la cazuela, añádele un chorro de agua para hacer el almíbar, y a este, incorpórale el zumo de limón, esto hará que por mucho que remuevas, no se empanizará (no hará grumos).
2- Ponlo a fuego alto, removiendo un poco para unificar, y retíralo del fuego cuando llegue a los 115º (hebra fuerte).
Si no tienes termómetro, para saber cuando ha llegado a 115º, tienes que, meter y sacar una cuchara, y con el pulgar, toca el almíbar que se le haya pegado, y hacer como una pinza (juntando y separando los dedos indice y pulgar). De haber llegado a esa temperatura, te hará, literalmente, una hebra de caramelo fuerte.
3- Es en este punto cuando hay que añadir la glucosa liquida. Es opcional pero le da elasticidad y consistencia, lo malo es que a día de hoy, es difícil encontrarlo.
4- Ahora, pasa el almíbar aún caliente a un bol en el que habrás puesto el 10% de la mantequilla, en este caso, 20 gr. Remueve enérgicamente con la varilla, hasta que el almíbar descienda a 40º (que no te queme). Añade finalmente los 180 gr restantes de mantequilla en pomada (sácalo de la nevera 15 minutos antes).
5- Guárdalo en un tupper y éste, lo puedes conservar o bien en la nevera o a temperatura ambiente.